Vente a Suecia, Moraino

11 octubre 2006

"El síndrome de Estocolmo" o "No me dais na más que disgustos"

Saludos a todos los ansiosos lectores de este nuestro blog. Tenía pendiente escribir una entrada sobre mi visita a Gamla Linköping, pero lo que ha pasado este fin de semana ha sido bastante más interesante, así que vamos a ello.
Llevados por las ansias de aventura y una injustificable fe en la selección nacional española de fútbol, un grupo de valientes nos propusimos ir el sábado 7 de octubre a Estocolmo para presenciar "in situ" el partido oficial de la fase de clasificación para la Eurocopa 2008, sin entrada para el partido, ni albergue donde dormir por la noche, ni nada de nada. He aquí un pequeño relato de los hechos.
Nos levantamos ese día sobre las 6:30 de la mañana para coger el tren regional de las 7:50 en la estación de Linköping con destino a Estocolmo, es decir, empezábamos ya con un considerable déficit de sueño para la larga jornada que se avecinaba, ya que sólo teníamos seguro el billete de tren de vuelta al día siguiente, a eso de las 10:40.
Tras echar un sueñecito en el tren (los regionales de aquí no son como el Andalucía Exprés Cádiz - Sevilla, no, aquí se duerme bastante mejor porque el tren no tiene que pasar por el tramo de los baches Jerez - Lebrija), nos apeamos en la estación central de Estocolmo y cogimos el metro hacia el estadio Råsunda, la sede del partido y donde la selección sueca juega sus partidos oficiales. Sin mucha fe de encontrar una entrada, todo hay que decirlo. Una vez allí, para nuestra sorpresa, nos encontramos con una cola (Typical Swedish).


Nos ponemos en la cola, aún con escepticismo, y allí se nos acerca un chico muy simpático y nos dice en español que necesitamos tener un vale del periódico Aftonbladet para que nos den dos entradas por el precio de una, y nos da uno. Así que empezamos a echar cuentas, que para eso éramos 6 ingenieros, y nos compramos los periódicos que nos faltaban en la tienda de enfrente. Tras una hora y media de espera aproximadamente, por fin conseguimos las entradas.


He ahí, de derecha a izquierda, a Balduque, Felipe y un servidor.
Sonrientes y victoriosos, nos fuimos a comer y dar una vuelta por el centro de Estocolmo. Una vez allí, viendo el lamentable estado de forma que teníamos y teniendo en cuenta que nos quedaban muchas horas por delante dando tumbos, buscamos la oficina de turismo e intentamos encontrar una habitación en un albergue, en concreto el que sale a la izquierda de la foto en forma de velero.


Huelga decir que no quedaban habitaciones, así que nos dedicamos a hacer algo de turismo antes de volver al estadio.




Un drakkar, el Palacio Real y el Parlamento sueco.
Volvimos al estadio, donde todos sabemos ya lo que pasó, así que mejor no dar muchos detalles, salvo comentar que está bastante cascado, tiene columnas para aguantar las monteras que no te dejan ver el fútbol, y que los suecos son harto sosos animando y aplauden cualquier cosa, pelotazos incluidos. Ahí van unas fotillos:




Después del gran espectáculo futbolístico, viendo que la estación de metro estaba hasta los topes, nos fuimos a cenar a una pizzería-kebab al lado del estadio, donde un borracho made in Sweden, tras confundirnos con ¿¿¿rusos??? nos vaciló un poquillo por el resultado, intentó hablar algo de español y le sangró un cigarro de liar a Balduque (que tuvo que liar él mismo mientras intentaba comerse su pizza).
Cansados, desanimados y algo desorientados nos volvimos a la estación central de Estocolmo, donde nos unimos al resto de la tropa de españoles que iban también desde Linköping y nos pusimos a buscar un garito donde meternos para echar el rato por la noche.
Tras caminar durante una hora a paso de tortuga, por fin entramos en una discoteca (previo pago de 100kr por la entrada y 20kr por el guardarropa) que por fuera parecía muy espaciosa, pero que al final resultó ser una cajita de zapatos. Allí aguantamos como pudimos las embestidas (figuradas) del sueño, y las de l@s suec@s (literales), que parece ser que es su forma de comunicarse cuando están mamaos.
A eso de las 4:30 salimos por fin del dichoso garito y nos fuimos otra vez a la estación central, que abría a las 5, para echar un sueñecito, el cual se vio truncado a las 6 cuando otro borracho made in Sweden (lo que largan estos tíos cuando llevan 4 copas) se puso a charlar amigablemente con Fernando y a discutir cómo quedaba el grupo de clasificación para la Eurocopa. Así que tuve que desplazarme a otra zona de la estación, sin borrachos y con los asientos más mulliditos para dormir hasta las 7, momento en el que unos seguratas de la estación nos comunicaron que allí no podíamos estar si no teníamos billetes para el Arlanda Express. Así que nos fuimos de allí, nos reagrupamos y nos enteramos de que podíamos cambiar nuestros billetes de las 10:40 por otros de las 8:20.
Felices y contentos nos dispusimos a comprar los nuevos billetes en las maquinitas que SJ, la Renfe sueca, tiene en todas las estaciones. Mientras estaba yo ejecutando la operación, hubo una absurda discusión sobre el número de serie de los billetes que íbamos a cancelar. Momento que aprovechó la máquina para tragárselos después de haberlos pagado. Tras reprimir las ganas de llorar o pegarle a alguien, me fui al mostrador de guardia de la SJ, donde abrieron la dichosa maquinita y me devolvieron mis preciados billetes.
Finalmente cogimos el tren sin novedad y, tras echar otro sueñecito, llegamos a la estación de Linköping. Parecía que ya había acabado todo, que ya estábamos en casa, unas 27 horas después de haber cogido el tren. Pero no. La bici de Balduque tenía una rueda totalmente vacía, así que tuvimos que ponernos a pedalear, despacito, en busca de una gasolinera donde llenarle la rueda. Tras encontrar una bastante más lejos de donde creíamos que estaba, resulta que sólo tenían para llenar neumáticos de coches. No pasa nada, hay otra al lado. Esta vez sí que sirve, sirve tanto que, como el aire es gratis, llena tanto la rueda que la cámara revienta ¡POP!.
No sé si habréis visto la película "Esta casa es una ruina". Pues bien, nos sentimos como cuando Tom Hanks termina de llenar la bañera y el peso de ésta hace que se desplome el suelo. Hubo a quien le dieron ganas de tirarse a la vía del tren, quien quiso echarse a llorar y a quienes nos dio la risa histérica.
Al final, nos fuimos todos igual de despacito hasta Ryd, con el único consuelo de que a Luis le habían contado en el tren que Schumacher había roto el motor y Fernando Alonso había quedado primero en el Gran Premio de Japón. Menos mal que nos queda el asturiano, porque lo que es el fútbol no me da na más que disgustos.

2 Comments: dl id="comments-block">
Blogger kote said...

genial

desde luego este tipo de aventuras te acompañan en la vida, algun dia sera rico y ostentoso y no te pasará nada especial en los viajes,,disfruta ahora

13/10/06 16:34  
Anonymous Anónimo said...

A quien se le ocurre ir a ver a la Selección ... aunque no soy el más adecuado para decirlo; me cogió el España-Francia de este verano rodeado de franchutes. De todas maneras, y para que sirva de consuelo, entre la equipación del Cádiz y la sueca no hay mucha diferencia.

A pasarlo bien :-)

J.A. Nepo

16/10/06 19:48  

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